Formación y cursos de Coaching

Cuando la relación es el cliente

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Autor: Jesús Mª Martínez del Rey

Existe una emoción común deseada: conectar con los demás.

Esta conexión no consiste en que uno gane la partida, sino que “es una forma de mantener la integridad, de alimentar la creciente autoestima y, a la larga, de fortalecer relaciones con uno mismo y con los demás”, escribe la reconocida terapeuta familiar Virginia Satir, en el inicio de su libro En contacto íntimo.

No creo que fuera casual que encontrara este delicioso libro en una librería de segunda mano. Al día siguiente de adquirirlo, casi por el precio de un café, recibí la invitación a la Master Class sobre Relaciones que Marian Frías, psicóloga, terapeuta y coach, va a impartir el próximo 13 de febrero en D´Arte.

 

Con el espíritu expresado por Satir, María Frías busca ayudar- entre otros- a coaches, consultores, personal sanitario, empresarios y directivos, para que puedan entender de una manera eficaz las relaciones familiares, laborales, de ocio, elegidas o no, y que, posteriormente, puedan servir de apoyo a otras personas en el alcance de sus metas. Así, desde esta perspectiva, el objetivo es crear valor en la Relaciones. Aprender a trabajar con la Relación en sus diferentes formas. La relación se convierte en una especie de cliente invisible, que requiere atención, cuidados y herramientas para su sano desarrollo.

En un proceso de coaching que te finalizado no hace mucho tiempo, mi cliente, un joven emprendedor que no encontraba el momento de lanzarse al mercado, llegamos a la conclusión de que sus miedos estaban directamente relacionados con su falta de autoestima. Estaba convencido que su proyecto no era bueno y que todos lo criticarían. En la cuarta sesión afloró que la relación con su madre estaba en la génesis de la falta de seguridad en sí mismo. Le propuse indagar en esa relación utilizando la PNL, concretamente, la técnica denominada Posiciones Perceptivas. Consiste esta herramienta en colocar la cliente en diferentes posiciones. El cliente describió sus sentimientos en primera persona. Se colocó, posteriormente, en los zapatos de su madre. La tercera posición, le situó en la ventana de un vecino que observaba en desencuentro entre madre e hijo. Aquí, es donde sentí que comenzaba a tomar conciencia. Cuando le propuse colocarse en una cuarta posición, fue el momento en el que tomó conciencia plena. Se había instalado, como si fuera un equilibrista, en un punto del imaginario alambre en el que se movía: él en un extremo, su progenitora en el otro. Estaba observando el problema desde la Relación. Su percepción cambió desde ese momento. Y comenzó a dar pequeños pasos. Ya tiene algunos clientes en el negocio que le apasiona y para el que tiene excepciones habilidades.

Para conectar, se requieren dos personas a la vez y tres partes. Cada persona está en contacto consigo mismo, al mismo tiempo que trata de establecerlo con la otra persona. Ésta, a su vez, está sumida en su propio diálogo interno. Ambos están, además, expresándose a través de su lenguaje no verbal, acorde o no con lo que expresan verbalmente, o lo que, íntimamente, están sintiendo. En el libro comentado, En contacto íntimo, Virginia Satir ofrece un mapa para el establecimiento del contacto: Invitar a conversar;

Colocarse a la misma altura visual y al alcance de los brazos; estar Preparado para arriesgarse a sacar lo que tienes dentro; Expresarse en primera persona; hacer Preguntas para obtener la información que no se posee; y Considerar todas las dificultades como oportunidades.